Un acuario lleno de peces y plantas impresionantes es un reclamo en cualquier hogar y una gran distracción para toda la familia. No obstante, científicos estadounidenses han demostrado recientemente que los habitantes subacuáticos pueden influir además de forma positiva en la salud de niños con diabetes.
La diabetes tipo 1, también denominada diabetes infantil, es el trastorno metabólico más común entre los niños y afecta a 30.000 personas menores de 19 años solo en Alemania. En este tipo de diabetes, el sistema inmunitario genera anticuerpos contra las células productoras de insulina en el páncreas. Como no hay cura para esta enfermedad autoinmune, los pacientes con diabetes tipo 1 deben inyectarse insulina de por vida para prevenir episodios hipoglucémicos potencialmente mortales o niveles de glucosa en sangre excesivamente elevados.
Un diagnóstico de diabetes te cambia la vida
Diversos aspectos en la vida de las familias cambian cuando un niño es diagnosticado de diabetes: deben controlar más de cerca la dieta, medir los niveles de glucemia y asegurarse de inyectarle insulina. No importa que el niño esté en la guardería, en el colegio o en un parque por la tarde: en otras palabras, la enfermedad se debe tratar durante todo el día. Por eso es aún más importante integrar el tratamiento en la vida cotidiana. A fin de cuentas, los niños no son conscientes de la importancia de asegurar un tratamiento continuo para la diabetes tipo 1.
Un pez como animal de compañía para cuidar la salud
Considerando lo antedicho, investigadores estadounidenses analizaron si tener un animal de compañía ayudaba a los niños a tratar mejor su enfermedad. En lugar de elegir perros y gatos, que no todas las familias pueden tener, estos científicos decidieron estudiar qué ocurre cuando los niños cuidan peces.
Investigadores del Southwestern Medical Center en la Universidad de Texas llevaron a cabo un ensayo con 28 niños y jóvenes con edades comprendidas entre los 10 y los 17 años. Los dividieron en dos grupos. Los niños del primer grupo recibieron un pez luchador siamés, un acuario e instrucciones sobre cómo cuidarlo. Los investigadores aconsejaron que instalaran los acuarios en sus propias habitaciones. El grupo de control no recibió ningún pez para cuidar.
Cuidar de los peces actúa como recordatorio para medir la glucemia
Los niños y los padres que debían cuidar un pez recibieron recomendaciones sobre cómo asociar el cuidado del animal con los controles regulares de glucosa en sangre. Cuando los niños alimentaban a su pez por la mañana y por la noche, tenían que medir además su nivel de glucemia. Se sugirió también que cambiaran un cuarto del agua del acuario una vez por semana y que comentaran las lecturas de glucemia con sus padres. Los niños que no recibieron ningún pez continuaron tratando su enfermedad como de costumbre.
Cuidar de los peces mejora los niveles de glucosa en sangre a largo plazo
La Asociación Alemana de Diabetes (Deutsche Diabetes Gesellschaft – DDG) recomienda un nivel glucosa en sangre a largo plazo (HbA1c) de 7,5 mmol/mol. El resultado asombroso del estudio fue que el nivel de glucosa en sangre de los niños que cuidaron de un pez luchador siamés experimentó una mejora del 0,5% después de tres meses, mientras que los niveles de los niños sin un pez se deterioraron en un 0,8%.”Se apreció una mejora significativa en los niveles de niños de 10 a 13 años”, explica el Dr. Gupta del UT Southwestern Medical Center. “Los niños de esta edad adquieren independencia de sus padres de modo gradual y, a diferencia de los niños más mayores, disfrutan cuidando ellos mismos de un pez”.
Como la acción diaria de alimentar al pez se asociaba con un tratamiento controlado de la diabetes, los niños lograron desarrollar una rutina. Alimentar o cuidar la higiene de los peces les recordaba que debían controlar su nivel de glucemia. En consecuencia, tener un pez no solo les enseñó a ocuparse de un animal sino a tratar su enfermedad de una manera más consciente y responsable.
Los peces, crustáceos, etc. ayudan a tratar enfermedades
El cuidado regular de un pez ayuda a estructurar la rutina ajetreada de los niños. Por todos estos motivos, para la trabajadora social Cornelia Dilly, los peces representan un componente ineludible en la atención infantil.