Muchos niños quieren tener su propio animal de compañía. La trabajadora social Cornelia Dilly hace realidad este sueño de niños y jóvenes, a quienes presta asistencia en grupos dentro de la organización de bienestar infantil y juvenil “Haus am Kirschberg” (Casa junto a Kirschberg), situada en el estado alemán de Hesse. Los niños escogen su propio pez (o camarón) y aprenden aspectos vitales con ayuda de sus amigos acuáticos.
Sra. Dilly, ¿cuántos peces y camarones tiene en la actualidad?
Todos los niños que vienen a nuestro centro pueden elegir un compañero acuático si así lo desean. Disponemos por el momento de 20 peces de todas las especies: tetras neón, guppys y mollys negros, además de dos camarones y muchos caracoles de agua dulce.
¿Cómo se le ocurrió la idea de ofrecer peces como animales de compañía?
Los niños y jóvenes que venían a las sesiones en grupo deseaban su propia mascota. Como cerramos durante cuatro semanas para las vacaciones estivales y hay un niño alérgico al pelo animal, no cabía duda de que los conejos o las cobayas no eran una opción. Tuve un acuario durante años y era consciente de cuánto mantenimiento necesitan. Por eso llevamos a los niños a visitar un acuario cercano, y les encantó la experiencia. Por lo demás, un acuario no genera residuos, no provoca alergias y garantiza una relación de cercanía y distancia con los animales.
¿Una relación de cercanía y distancia?
Sí. Por ejemplo, también tengo un perro de terapia entrenado que traigo a las sesiones. He de tener mucho cuidado de que tanto los niños como los jóvenes se comporten adecuadamente con él. En el caso de los peces, todo es más sencillo porque la luna del acuario representa una barrera constante.
¿Se puede mirar pero no tocar?
¡Exacto! Y a los niños les fascina observar a estos animales. Supervisan de cerca cómo evolucionan los peces. Hemos comprado libros y otros materiales para que niños y jóvenes descubran cosas interesantes sobre sus animales de compañía. Es muy emocionante cuando llega descendencia al acuario. Los niños andan siempre buscando los pececillos. Intercambian impresiones sobre sus animales y las debaten en el grupo. Algunos incluso dan un nombre a sus peces.
¿Quiere decir que los niños desarrollan un vínculo con “sus” animales de compañía?
Sí, aunque “solo” sean peces, forjan una verdadera relación con ellos. Al darles un nombre, les confieren personalidad y rasgos. Esto genera a su vez un lazo de amistad con el habitante del acuario, y los niños se animan a contarle sus problemas e inquietudes. Asumen una responsabilidad y se ocupan del cuidado regular de un ser vivo. Estos niños aprenden mucho de este modo.
¿Como qué?
Aprenden que están cuidando de otro ser vivo cada día y que deben asumir una responsabilidad, que implica llevar a cabo determinadas tareas: limpiar el acuario y revisar el filtro y las plantas acuáticas siguiendo un calendario. Además, los niños y jóvenes en el servicio de cocina se ocupan de alimentar a los peces cada día. Estos rituales estructuran su vida cotidiana, ralentizan el ritmo y les aportan paz y tranquilidad. Y lo más importante, estos niños y jóvenes sienten que alguien confía en ellos para hacer un trabajo, algo que les hace sentirse aceptados y valorados.
¿Y qué pasa si un pez muere?
Los niños lo pasan mal normalmente cuando su pez muere. El propietario pide sacar el animal del tanque por su cuenta. Lo envuelve en una servilleta de papel y lo entierra en el jardín bajo un parterre especial. Si lo desea, puede llevarle flores o escribirle una carta de despedida. Es como un pequeño “funeral”.
Parece triste.
Lo es, pero también da una oportunidad. En algún momento de sus vidas, estos niños y jóvenes deberán despedirse de algún ser querido. Ahora tienen la ocasión de experimentar esta situación con un ser vivo. Aprenden qué supone perder un ser querido. Y como sus maestros les prestamos apoyo en este proceso. Les ayuda a afrontar mejor este tipo de experiencias en el futuro. Los niños también se consuelan entre sí; es algo muy valioso y genera confianza y estabilidad dentro del grupo.
¿Y qué ocurre después?
No pasa mucho tiempo hasta que el niño expresa su deseo de tener un nuevo animal de compañía. Sienten que les falta algo y quieren volver a cuidar de un ser vivo. Les dejamos elegir y dar nombre a un nuevo pez, y pronto están totalmente inmersos de nuevo en las actividades diarias de cuidado.